jueves, 15 de mayo de 2014

Fantasmas de la ciudad



Los dos grandes cementerios de la ciudad –Recoleta y Chacarita– también tienen a una misteriosa «Dama de blanco». 

Pero en Chacarita existe la creencia de que esta mujer espectral consigue atraer a los incautos para que la acompañen al interior del gigantesco camposanto y allí acabar con sus vidas. Las guías turísticas de Buenos Aires destacan como punto de visita la «Torre Fantasma», en el barrio de la Boca. 

La leyenda sostiene que su inquilina, una pintora de nombre Clementina, residía en aquella torre en compañía de tres pequeños duendes. Muchos vecinos, al pasar por Almirante Brown, entre Wenceslao Villafañe y Benito Pérez Galdós, se persignan ante la posibilidad de que se les aparezca Clementina. Completan el mapa de apariciones las embajadas de Alemania y Perú. 

En esta última, ubicada sobre la Avenida del Libertador, se oyen ruidos de los muebles que se mueven solos en el altillo. La embajada alemana está cerca de la iglesia de San Benito y es famosa porque en sus jardines rondan luces misteriosas y extraños movimientos. 

 Pero tal vez el fantasma más original es el de una planchadora degollada por su novio. Sobre todo porque se aparece en una plaza muy frecuentada, junto a un solar conocido como parque Lezica, que se encuentra en la avenida Rivadavia. Los vecinos del barrio Caballito aseguran haberla visto en el parque, con su plancha en la mano y sin cabeza.

Los fantasmas del museo



 La barranca de Suipacha, entre Arroyo y Avenida del Libertador, estaría encantada. En el siglo XVII, en ese solar funcionaba una compañía importadora de esclavos. Hoy, aquellas víctimas serían almas en pena que aparecen por el Palacio Noel, residencia construida en 1920 donde funciona desde 1937 el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.

 Siempre pasaron cosas raras en esa cuadra y, más aún, en la hermosa y escalofriante propiedad. Los testigos no son las malas lenguas, sino figuras de la política y la cultura mundial. En 1928, el entonces presidente de Estados Unidos Herbert Hoover fue alojado en la residencia y declaró haber escuchado lamentos durante la noche.

 Los miembros de su comitiva juraron haber visto una figura que paseaba cerca del aljibe. Corrían los años ’40 cuando el poeta Oliverio Girondo y su esposa, Norah Lange, que vivían en la casa de al lado, contaban anécdotas de presencias extrañas. Cuando iba Manuel Mujica Lainez, nunca quería quedarse solo. En enero de 1989, el Ballet Hispania de Graciela Ríos Sáiz ensayaba en el patio cuando apareció una figura femenina que de pronto se desvaneció. Muchos aseguran haber hablado con un fantasma que se describe como una joven de 17 años muerta de tuberculosis que vivió en el lugar cuando el terreno pertenecía a la parroquia del Socorro, a inicios del siglo XIX. Escalofrío de por medio, su existencia consta en actas. Se cree que en el museo habitan los espíritus de quienes fueron dueños de los objetos expuestos y se cuentan diversas historias, pero las autoridades prefieren enfocarse en la calidad de sus muestras, que también es innegable.

Durante enero y febrero se puede visitar la colección permanente, que cuenta con platería de Potosí, figuras jesuíticas y arte decorativo peruano entre otras maravillas que brindan un panorama de los ámbitos culturales sudamericanos. Los visitantes pueden disfrutar, además, de los amplios jardines. Si se animan.

El Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco queda en Suipacha 1422 y está abierto de martes a viernes de 14 a 19 hs. y los sábados, domingos y feriados desde las 11.

Fantasmas y leyendas





 “El Quemadito es el primer santo popular argentino y sólo una cruz de madera con un tarrito de hojalata le hace homenaje en Catamarca”, asegura Luciano Saracino en su libro Guía de la América misteriosa, que desgrana creencias populares del imaginario colectivo del continente americano.

“No hay nada más antiguo que la fascinación por lo que no podemos entender. Y no hay nada más moderno tampoco”, indica el autor en la presentación de su obra. Saracino es un amante de los viajes y la escritura y es por eso que combinó sus dos pasiones en una veintena de libros traducidos a varios idiomas en los que cuenta lo que fue viviendo en distintos lugares.

“Antes viajaba para escribir y ahora escribo para viajar”, asegura el escritor. “Cuando era más joven me calzaba la mochila y las botas cada vez que tenía alguna excusa y viajaba por América latina porque es un territorio muy interesante”, explica, y precisa:

“En esta obra el viajero puede encontrar, al igual que las clásicas guías de turismo, qué historias relata la gente en cada uno de los rincones que recorrí, entre otras rarezas”.

“En la Argentina nos encontramos con santitos populares (que en vida fueron anarquistas o esposas de presidentes, cantantes de cumbia o víctimas inocentes), la mayoría alcanzados por una muerte trágica y venerados por los más diversos estratos sociales, mezclados de una manera armoniosa con un batallón de fantasmas ciudadanos y rurales, aparecidas y hasta platos volares”, detalla.

 En Buenos Aires y sus alrededores también hay historias por contar. La de Felicitas Guerrero que tiene su iglesia en el barrio de Barracas, el Golem de Once que hace las veces de justiciero, los objetos malditos del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco y los fantasmas que habitan la isla Martín García son algunos de los mitos por los que transita el autor en su libro. Historias inquietantes, de distintos puntos del país, también son descritas por Saracino en esta obra editada por Kier.

Sus páginas cuentan sobre la hamaca que se mueve en la localidad santafesina de Firmat, los platos voladores de Córdoba o el alma de los caudillos fusilados del Litoral. Cruzando el charco, ya en tierras orientales, aparecen leyendas como las sirenas del río Uruguay o la “La casa de la degollada”, donde vivieron una historia de amor un potentado y una bella mujer veinte años menor que él. Un día la dama desapareció y se dijo que había viajado a Europa, a donde la siguió su esposo.
 Pero en la casa se empezaron a escuchar gritos escalofriantes y los empleados que quedaron en ella murieron uno tras otro. Años después el cuerpo de la mujer se encontró lapidado tras una falsa pared, ahondando el misterio.

 Pero éstos no son los únicos fantasmas de nuestra América. En el museo de Lora, en Chile, está el hombre alto que espanta a los visitantes hasta tirándoles del pelo, hay duendes que pellizcan a quienes caminan por la calle en Bolivia y hasta un centro energético denominado “Un altar con sangres frescas” en México, entre otros ejemplos incluidos en este libro lleno de misterios de nuestro continente.

Curandero


Imagen ArteMaya


 El curanderismo es una parte importante de la tradición latinoamericana de la curación folklórica que incorpora el uso de hierbas, masajes y rituales al igual que el espiritualismo y misticismo, en sus prácticas. Se cree que los curanderos tienen un don divino para curar, el don de Dios. La teoría motora detrás de esta práctica es que Dios puso en la tierra hierbas curativas, después seleccionó ciertas personas para canalizar Su gracia curativa. Los curanderos creen que la recuperación del paciente depende totalmente del deseo de Dios.

Hay tres tipos de curanderos: el yerbero, la partera y el sobador.

 Principios Básicos del Curanderismo

 *Sobrenatural: Algunas enfermedades son naturales (más densas)(diabetes), mientras que otras son sobrenaturales (más sutiles) (el mal de ojo), sin embargo, todas las curas se realizan a través de métodos sobrenaturales. (sutiles)

*Balance: La salud depende de un equilibrio entre lo frío y lo caliente. Las enfermedades, la comida, las etapas de la vida y las medicinas se caracterizan por su grado de calor. (Esta creencia es similar al concepto que se encuentra detrás de las dietas macrobióticas). Para restaurar el equilibrio, las enfermedades "calientes" son tratadas con remedios "fríos", y viceversa. Por ejemplo, la hipertensión es una enfermedad "caliente", causada principalmente por los corajes o sustos. Los remedios fríos como los plátanos y el jugo de limón se utilizan para curar la enfermedad, como también los tés de tila.

 * Las enfermedades se clasifican de la siguiente manera: - Naturales: principalmente causadas por la falta de equilibrio. Se utilizan hierbas y limpias como tratamientos primarios, al igual que una dieta recomendada para el paciente. - Sobrenaturales: causadas por uno mismo, por un desequilibrio espiritual. La forma más usual del tratamiento es intentar regresar el alma y sacar el mal sobando un huevo sobre el cuerpo del paciente. El huevo toma la mala energía, la cual es eliminada cuando el huevo se rompe. 

 Las dolencias sobrenaturales debido a la brujería son los aspectos más sensacionales del trabajo del curandero. Una vez que éste atribuye la enfermedad a algún tipo de hechizo, deberá determinar que tipo de brujería debe utilizarse para contrarrestarlo. Los tratamientos incluyen eliminar el hechizo, o en algunos casos extremos, atrapar y matar a la bruja responsable de éste. (Mientras que algunas fuentes del curanderismo piensan que estas causas sobrenaturales son producto de la brujería, es importante tomar en cuenta que otras fuentes creen que no es una manifestación de la brujería).

El quemadito


 

En la memoria de muchos pueblos argentinos quedan aún los recuerdos de numerosos santos paganos que, si bien actualmente no tienen tantos seguidores, fueron objeto de gran devoción. “El Quemadito”, en la provincia de Catamarca, es un santo popular que nace a principios del siglo XIX en medio de los enfrentamientos entre unitarios y federales, y que hace referencia a José Carrizo, un prisionero que fue arrojado vivo a la hoguera en una zona del antiguo Camino Real, donde fue colocada una cruz y los lugareños lo convirtieron en altar. La historia comienza después de la derrota de Oncativo cuando los unitarios asumen el poder en Catamarca y persiguen a los federales. 

En esas circunstancias hacen prisionero a José Carrizo y lo acusan de ser espía del General Quiroga. Se lo arrojó vivo a una hoguera, muriendo quemado. 

Se supone que este hecho tuvo lugar en el antiguo camino real entre Miraflores (Capallán) y Huillapima, y allí se erigió una cruz de madera clavada en el tronco de un quebracho que se conoció como "la Cruz del Quemadito". 

Frente a esta cruz los lugareños rezaban y prendían velas pidiéndole, sobre todo, hallar sus animales.

Gauchito Gil

La maldicion del Gauchito Gil

Machera el santo malandro

Maria Lionza